viernes, 23 de noviembre de 2012

Buena Gobernanza - Buen Gobierno ...



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Si se parte de la idea de que no hay una "Buena Gobernanza" sin un "Buen Gobierno" (Arenilla, 2011)[1], se esta poniendo sobre la mesa la necesidad de integrar en los procesos públicos a la sociedad civil y a los ciudadanos, de manera que interactúen democráticamente junto con administradores y políticos, respetando sus respectivos papeles (Bourgon, 2007)[2]. Esto implica la obligación del ciudadano de contribuir a la vida política de la comunidad (Petit, 1999), convirtiendo con esta participación política al individuo en ciudadano pleno y permitiéndole ganar espacios de libertad y de autonomía dentro de una democracia cada vez más participativa y deliberativa, … lo que no parece que se haya logrado ni que tampoco se pueda conseguir a medio plazo, al menos en el panorama español y, especialmente en los niveles gubernamentales superiores (Arenilla, 2011). Aunque, bien es cierto que se han experimentado cambios en las formas en que los responsables públicos se relacionan con su entorno social, sin embargo, no se han producido grandes transformaciones en este sentido (Streeck at al, 1985)[3].


Surge así la necesidad de concretar una nueva alianza entre el poder público y los ciudadanos que fortalezca las ideas de ciudadano y ciudadanía como referentes de la actuación pública y como una nueva manera de relacionarse el Estado con la sociedad, en la que el primero asuma un liderazgo responsable y la segunda se involucre en la marcha del primero. Todo remitiéndolo a un tema central: la democracia que se debe encontrar en el significado del poder político,en  la naturaleza del ciudadano y su papel en la sociedad y en las instituciones políticas (Arenilla, 2011). Siendo por ello importante, seguir avanzando en reforzar la Gobernanza a nivel estatal y global, sin olvidar el gobierno local y la aplicación plena del principio de subsidiaridad (Dror, 1994). En un mundo globalizado el eslabón local aparece como el más idóneo, no sólo para la mejor prestación de servicios públicos, sino también para el desarrollo y consolidación de la democracia ciudadana.


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En este sentido, comentar la proliferación de mediciones empíricas sobre la calidad de las instituciones, el buen gobierno y el clima para las inversiones, además de investigaciones conexas que conectan el impacto del buen gobierno en el desarrollo. Como ejemplo, mencionar los Indicadores del Desarrollo Mundial de Naciones Unidas[5] que proporcionan una completa selección de índices económicos, socio-demográficos y medioambientales (basados en datos del Banco Mundial y de más de 30 organizaciones asociadas); el Índice de Libertad Económica de Heritage Foundation[6], el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas[7] o el Doing Business del Banco Mundial[8], el Índice de Desigualdad de Género[9], el Índice de Pobreza Multidimensional[10], o el IDH ajustado por la Desigualdad[11], entre otros. Sin embargo, también señalar que son diversos los estudios que han puesto de relieve que es complicado construir buenas series temporales de indicadores para las organizaciones públicas, puesto que parecen cambiar con bastante frecuencia (Pollitt, 1996[12]; Talbot, 1996[13]), lo que paradójicamente demuestra que a pesar del aumento de indicadores/índices, todavía siguen faltando datos empíricos (Pollitt, 1996)[14], válidos y fiables que permitan una comparación efectiva y rigurosa entre países (Pollitt at al., 2010)[15] y que promuevan el debate, la discusión y la investigación, así como la sensibilización sobre causas y consecuencias de trabajar por alcanzar un "Buen Gobierno".




[1] Arenilla, M. (2011). Crisis y Reforma de la Administración Pública. Netbiblo, SL.
[2] Bourgon, J. (2007). Gobierno receptivo, responsable y respetado. Hacia una nueva teoría de la Administración Pública. Revista Internacional de Ciencias Administrativas, vol. 73, marzo.
[3] Streeck, W.  y Schmitter, P.C. (1985). Private Interest Government: Beyond Market and State. Bristol: sage.
[12] Pollit, C (1996). Public Administration. London: Routlege.
[13] Talbot, C (1996). Ministers and Agencies: Control, Performance and Accountability. London: CIFA.
[14] Pollitt, C. (1996). Public Administration. London: Routlege.
[15] Pollitt, C. y Bouckaert, G. (2010). La reforma de la gestión Pública: Un análisis comparado. INAP, Madrid.

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