miércoles, 14 de noviembre de 2012

Algunas reflexiones sobre el sector público ...


 Los sistemas administrativos siempre han estado sometidos a presiones de diverso tipo. Sin ánimo de agotar la lista de tensiones sobre los Estados nacionales, se pueden destacar, entre otras posibles[1]:
-          el impacto creciente de las superestructuras de integración regional, como la U.E., sobre las políticas nacionales y los instrumentos administrativos que sirven para poner en práctica las políticas adoptadas tanto en los niveles nacionales como en los niveles supranacionales
http://espanol.cntv.cn/espanol/special/G20/portada/index.shtml
-          la internacionalización de la economía y, especialmente, de los mercados financieros
-          el cambio de las condiciones externas del entorno desde un mundo estable hacia un mundo dinámico, interdependiente y complejo
-          el cambio de valores de la sociedad, que supone en muchos países un reto endógeno y exógeno a las AP
-          el crecimiento de las funciones públicas en una situación de escasez galopante de los recursos financieros, que obliga “hacer más con menos”
-          el maridaje de la tecnología de la información y de la electrónica que supone un potencial enorme para reformar la AP y su relación con los ciudadanos, al mejorar la gestión de los servicios y permitir la coparticipación de los ciudadanos en las decisiones públicas
-          la presión democrática que se traduce en una demanda de más y mejores servicios, en Administraciones más transparentes, abiertas y personalizadas
http://curiosidadescuriosas.com/

Muchas de estas tensiones se han transmitido de unos sistemas a otros por los efectos de la globalización, actualmente omnipresente en toda manifestación pública (de la economía, de los mercados, de la competencia por un puesto de trabajo, de la producción, de la prestación de servicios y las distintas corrientes en el ámbito de la finanzas, de la información y de la vida en general). Entendiendo por globalización[2], los procesos en virtud de los cuales los Estados nacionales soberanos se entremezclan e imbrican mediante actores transnacionales y sus respectivas probabilidades de poder, orientaciones, identidades y entramados varios, creando vínculos y espacios sociales transnacionales, revalorizando culturas locales y atrayendo a primer plano terceras culturas. Pero, la singularidad de la globalización la constituye, tal y como ha señalado Beck (1997), la ramificación, densidad y estabilidad de sus recíprocas redes de relaciones regionales-globales empíricamente comprobables y de su autodefinición de los medios de comunicación, así como de los espacios sociales y corrientes irónicas en los planos cultural, político, económico, militar y económico[3].

Y ante este escenario, la gran mayoría de países de la OCDE[4] han tenido que abordar algún tipo de reforma para adaptarse a las nuevas condiciones de entornos cada vez más inestables, dinámicos y cambiantes. Sin embargo, las reacciones en ellos han sido muy diversas, debido entre otras cosas, a las distintas culturas político-administrativas dominantes (Loughlin y Peters, 1997; Ziller, 2001; Parrado, 2002).

Así, la pandemia de reformas de la gestión pública que se ha extendido por el mundo OCDE, sigue siendo un hecho (Olías de Lima, 2001; Parrado, 2002), ya que pocos gobiernos pueden permitirse no tener un programa de modernización/innovación del sector público que incluya medidas/iniciativas, como: el alcance de la intervención del Estado, la austeridad y el control presupuestario, una nueva relación entre ciudadanos-Estado que garantice la calidad del servicio público y la participación ciudadana en los procesos administrativos, entre otros aspectos centrales que cualquier agenda política debe incluir, forzosamente, desde hace algunas décadas[5].

Es más, resulta evidente que, si bien cada país tiene sus características/singularidades propias, hay muchos conceptos, prácticas y técnicas que se intercambian a nivel internacional. Este intercambio no es nuevo (Japón copió ciertas mejoras administrativas en el siglo XIX o Brasil adoptó elementos de la “gestión científica” de Estados Unidos en los años 30), pero parece haber aumentado enormemente. Como ejemplo, la publicación de “Cartas de los Ciudadanos” en el Reino Unido (1991), Francia (1992), Bélgica (1992), Portugal (1993) e Italia (1993), y al compromiso de los Gobiernos para crear agencias ejecutivas en el Reino Unido (a partir de 1988), los Países Bajos (a partir de 1994), Jamaica (a partir de 1999), Tanzania (a partir de 1996) y Japón (a partir de 2000). Esta importación y exportación de ideas y prácticas ha sido facilitada por organizaciones internacionales y supranacionales como el Servicio de Gestión Pública de la OCDE (PUMA), el Banco Mundial o la Comisión Europea[6]. No obstante, las trayectorias seguidas por cada uno de estos países, desde la combinación de ideas, características externas/internas, acciones e inacciones adoptadas, entre otros factores a señalar, han sido diferentes en cada uno de ellos, lo que no ha impedido un posible análisis con criterios similares (Pollit et al., 2004). Además, muchas de las técnicas y métodos de gestión incorporados por las AP han llegado desde el sector privado, lo que ha generado y sigue generando reticencias ideológicas y, también, de carácter cultural (Olías de Lima, 2001), con efectos y consecuencias igualmente distintas.

Es tal, la complejidad existente en las actuales sociedades, con una pluralidad de subsistemas sociales relacionados y entrecruzados, que ha forjado nuevas ideas sobre el Gobierno y la actividad administrativa. De ellas, destacar la “governance”, término que se ha traducido por “gobernanza[7]”, que según Baena del Alcalzar (2005) hace referencia a la capacidad/aptitud para realizar fines públicos, actuando en el contexto social sobre varios subsistemas sociales interrelacionados, lo que supone un nuevo enfoque en el manejo de los asuntos públicos[8]. Pero, no es fácil ponerse de acuerdo en una definición de gobernanza. No obstante, según el Libro Blanco sobre la Gobernanza Europea (Comisión, 2001)[9], se puede entender como las normas, procesos y comportamientos de los sistemas sociales y políticos debidos a la interacción de los actores involucrados en estos que influyen en el ejercicio del poder público, especialmente desde el punto de vista de la apertura, la participación, la responsabilidad, la eficacia y la coherencia. 

Pero, a pesar de las aportaciones/bondades de la gobernanza, las flaquezas de este enfoque se han ido visibilizando desde sus primeras conceptualizaciones, como[10]:
-          su vinculación al debilitamiento de la democracia, ya que a las redes acceden pocos actores y apodera a los que son fuertes; las redes no fomentan la transparencia, la publicidad, ni la rendición de cuentas; existe poca claridad y transparencia en el establecimiento de los criterios para participar en la red; se debilita la representación de cargos electos y de las instituciones representativas, generando déficit democrático; se resiente la responsabilidad de estos; las redes difuminan el límite entre lo público y lo privado poniendo en riesgo los derechos y las libertades individuales; las redes fomentan más los intereses individuales que los comunitarios; y las redes pueden dificultar los cambios e innovaciones sociales y políticos al basar sus acuerdos en un mínimo común denominador (Arenilla, 2011; Prats, 2010; Fleury, 2002);

-          otras limitaciones se relacionan con la eficacia, como, la lentitud en llegar a acuerdos; dilución de la responsabilidad, lo que dificulta el cumplimiento de objetivos de la red y la evaluación de las estrategias emprendidas; desviación de los objetivos iniciales por la dinámica flexible en la que actúan; capacidad reducida de acción de la red cuando deserta algún actor en situaciones determinantes (Arenilla, 2011; Fleury, 2002).

Pero, que duda cabe, que sí plantea y trata de resolver algunas cuestiones, aunque estas no sean centrales. Como recoge Dowding (1995), “la gobernanza puede ser entendida como una herramienta de análisis de la realidad”, que además, no tiene la pretensión de explicar todos los fenómenos que ocurren en las instituciones políticas y administrativas, por lo que es necesario combinarla con aportaciones de otras corrientes como la burocracia, las políticas públicas o la NGP (Arenilla, 2011).

No obstante, es preciso seguir avanzando en un marco teórico que permita dar respuestas a varias de las cuestiones que todavía siguen abiertas, como los conflictos entre participación ciudadana y legitimidad democrática (Sartori, 2002); entre responsabilidad social-política y legitimidad democrática; la formación del bien común o interés general; así como la relación entre comunidad y Estado, entre otras.

http://www.gerardoromo.com.mx/2012/08/31/construyamos-instituciones-para-una-efectiva-participacion-ciudadana/


BIBLIOGRAFÍA

ARENILLA, M. (2011). Crisis y reforma de la Administración Pública. Netbiblo, SL.
BAENA, M. (2005). Manual de Ciencia de la Administración. Síntesis. España.
BECK, U. (1997). ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo y respuestas a la globalización. Editorial Paidos. Barcelona, 2001.
CANALES, J.M. (2002). Lecciones de Administración y Gestión Pública. Universidad de Alicante.
COMISIÓN EUROPEA (2001). La Gobernanza Europea. Un libro blanco. COM (2001). Bruselas.
DOWDING, K. (1995). Model or metaphor? A critical review of the policy network approach. Political Studies, 43.
FLEURY, S. (2002). El desafío de la gestión de las redes de actores. Revista Instituciones y Desarrollo.
LOUGHLIN, J.  y PETERS, B.G. (1997). State Traditions, Administrative Reform and Regionalisation. In: Keating & Loughlin (eds.)
OLÍAS DE LIMA, B. (2001). La nueva gestión pública. Pearson Educación, Madrid.
PARRADO, S. (2002). Sistemas  administrativos comparados. Editorial Técnos. Madrid.
PRATS, J. (2010). Políticas de buena administración para la Administración General del Estado en España. Un enfoque de Gobernanza Democrática, en J. Ruíz-Huerta y M. Villoria (Dirs.). Gobernanza democrática y fiscalidad. Madrid. Técnos.
POLLIT, C. y BOUCKAERT, G. (2004). La Reforma de la Gestión Pública: Un análisis comparado. INAP, Madrid.
SARTORI, G. (2002). ¿Qué es la democracia? Madrid, Taurus.



[1] Parrado, S. (2002). Sistemas administrativos comparados. Editorial Técnos. Madrid.
[2] Beck, U. (1997). ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo y respuestas a la globalización. Editorial Paidos. Barcelona, 2001.
[3] Ibídem.
[4] Naschold (1995) compara las políticas de modernización de diez países de la OCDE y demuestra que se ha respondido a estas presiones, bien con estrategias tradicionales de recorte del sector público, bien con la modernización de los métodos de gestión.
[5] Parrado, S. (2002). Sistemas administrativos comparados. Editorial Técnos. Madrid.
[6] Pollit, C. y Bouckaert, G. (2004). La Reforma de la Gestión Pública: Un análisis comparado. INAP, Madrid.
[7] No es una idea de carácter unívoco. Se han mantenido distintas concepciones aunque se encuentran relativamente próximas unas a otras (Baena del Alcazar, 2005).
[8] Baena del Alcalzar, M. (2005). Manual de Ciencia de la Administración. Editorial Síntesis, Madrid.
[9] Comisión Europea (2001). La Gobernanza Europea. Un libro blanco. COM (2001). Bruselas.
[10] Arenilla, M. (2011). Crisis y reforma de la Administración Pública. Netbiblo, SL.

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