viernes, 19 de octubre de 2012

El Estado-nación en las sociedades del siglo XXI...



Desde las últimas décadas del siglo XX, en una parte del mundo, se disfruta de modernas sociedades democráticas y plurales, interrelacionadas e interconectadas las 24 horas del día, los 365 días del año. Sociedades en las que la globalización ha traído consigo, en palabras de Ulrich Beck[1] “(…) la perceptible pérdida de fronteras del quehacer cotidiano en las distintas dimensiones de la economía, la información, la ecología, la técnica, los conflictos transculturales y la sociedad civil, (…) modificando a todas luces con perceptible violencia la vida cotidiana que fuerza a todos a adaptarse, a responder”.
Fuente: http://www.elmundo.es/especiales/2001/07/sociedad/globalizacion/globalizacion.html

Efectivamente, la realidad descrita ha significado una redefinición de modos de vida, de estar y relacionarse en sociedad, con una nueva proyección de un imaginario común con valores, creencias, reglas operativas y tecnologías (principalmente, de la información y de las comunicaciones), además de códigos y reglas homogéneas para el intercambio de información, con un lenguaje común, sistemas, programas, procedimientos técnicos y prácticas sociales compartidas. Es decir, la constitución de contextos culturales y comunicativos universalizados, con una cultura tecnológica y una lengua común[2].
En el escenario global/mundial descrito, el papel de los Estados, tanto a nivel interno como externo, se desdibuja. La presencia de nuevos actores políticos, sociales y económicos han invadido su campo de acción penetrando en sus márgenes de maniobra, enfrentándolo a nuevos retos y desafíos que les ha generado cierta pérdida de autoridad y legitimidad, llegando a cuestionar la propia identidad soberana. Como señalaba Beck[3] “(…) la tesis de los espacios cerrados es ficticia. No hay ningún país ni grupo que pueda vivir al margen de los demás. Es decir, que las distintas formas económicas, culturales y políticas no dejan de entremezclarse y que las evidencias del modelo occidental se deben justificar de nuevo”. Seguidamente, continúa este autor explicando que entiende por sociedad/Estado mundial, señalando[4] “(…) la totalidad de las relaciones sociales que no están integradas en la política del Estado nacional ni están determinadas, ni son determinables, a través de ésta. La autopercepción juega un papel clave en cuanto que la sociedad mundial en sentido estricto significa una sociedad mundial percibida y reflexiva”. En relación a esto, atinadamente, observa Rawls[5] “en ausencia de un Estado Mundial, debe de haber fronteras de alguna clase, que parecen arbitrarias si se los considera de manera aislada y que dependen hasta cierto punto de circunstancias históricas”.
Pero, antes de profundizar algo más en la situación actual del Estado-nación, se presentan unas breves pinceladas de cómo y cuando surgió ésta forma de organización política que históricamente ha presentado la convivencia humana.
Su surgimiento se enmarca en una situación espacio-temporal concreta y con unos rasgos estructurales característicos, que se va conformando a partir de los siglos XIII y XIV en sociedades europeas, en un proceso que llega hasta el siglo XX. En el proceso de formación se produce la unificación política y territorial, la centralización y concentración del poder y la organización de la actividad política de una forma permanente con medios personales y materiales (burocracia, ejército, hacienda pública), que Nicolás Maquiavelo promoverá y justificará en su obra “El Príncipe”. Además de, un proceso de progresiva unificación del Derecho y un proceso teórico en la construcción de la idea de Estado[6].
Pero, el surgimiento y consolidación del Estado fue de la mano de profundos cambios que convulsionaron las sociedades del momento, generando luchas y divisiones políticas y religiosas, desorden y guerras. Esta situación sería una de las razones principales que llevaría a Jean Bodín a defender un poder “absoluto y perpetuo” para salvar el nuevo orden del peligro. En su obra cumbre, Los Seis Libros de la República (1576) señala “República es el recto gobierno con poder soberano de varias familias y de lo que les es común” (República equivale a Estado). Este autor acuñaría el término soberanía como “el poder absoluto y perpetuo de una República”, con origen divino. Para él, la soberanía no estaba limitada por ningún otro poder político, no reconocía superior ni en el exterior, ni en el interior. Este poder “absoluto y perpetuo”, el poder supremo sobre los súbditos”, significaba que el poder soberano se manifestaba no a través de decisiones individuales o aisladas, sino a través de leyes.
Fuente: http://filosofiadelderechoexternado.blogspot.com.es/2010/08l
La búsqueda de paz, orden, seguridad y conservación une los pensamientos de Bodín y Hobbes. Sin embargo, éste último, también defensor del absolutismo, concebirá el Estado como un gran artificio, algo creado por el hombre, construido con la precisión de una máquina perfecta, única fuerza posible que puede impedir que los hombres se destruyan entre sí y asegurar la paz, plasmándolo en su obra titulada El Leviatán (1651), un monstruo bíblico recogido en el libro de Job, que simboliza el poder surgido del pacto entre hombres, sumando individuos a los que absorbe e integra en una unidad superior como medio necesario para lograr seguridad y protección general[7].
Este autor pretendía justificar el poder absoluto del monarca definiéndolo como “el conjunto de medios de que uno dispone para conseguir un fin aparente”, que era la seguridad y la paz, porque para él el hombre se encuentra por obra de la simple naturaleza en “una guerra de todos contra todos”, siendo necesarias leyes adecuadas para lograr esa paz, a las que llegar por mutuo consenso. Estas leyes de la naturaleza, según Hobbes, servirían para que el hombre saliera de ese estado de guerra.
Hobbes aportará con su obra conceptos fundamentales para la teoría del Estado como la construcción de la idea de Estado como persona jurídica, el que la sociedad no existe si no está organizada en forma de Estado o que las normas jurídicas son válidas en cuanto dictadas por el Estado que decide lo que es bueno y útil, entre otras.
Pero, además de Maquiavelo, Bodín, Hobbes, Locke, Rousseau, han sido numerosos los estudiosos/pensadores que, según momentos históricos, han vertido sus visiones/opiniones/teorías, modificando sustancialmente el concepto de Estado Moderno, al igual que el de soberanía, desde su surgimiento hasta nuestros días ... porque la historia no se detiene. Así, desde la gestación del Estado-nación en las sociedades europeas hasta las actuales sociedades globalizadas del siglo XXI, con una creciente intensificación cuantitativa y cualitativa de las relaciones internacionales, económico-financieras, políticas y comunicacionales, se han sucedido variados procesos de cambios políticos complicados y extensos que han provocado un asincronismo histórico en los procesos de desarrollo. Mientras por un lado han surgido un sinnúmero de organismos internacionales, y algunos Estados nacionales ya han cedido parte de su soberanía a instancias supranacionales (como la Unión Europea), en muchas partes del llamado Tercer Mundo hay Estados nacionales que están en formación o consolidación, marcados, principalmente, por los conflictos armados generados en los mismos[8].
Y, desde esta reflexión, ¿qué desafíos presenta esta forma de organización política?. Como algunos han predicho, ¿podría estar cercano su fin?[9] O, por el contrario, ¿sólo sería necesario un replanteamiento de sus ámbitos de actuación y competencias?
Es una realidad que la estructura decisional y la soberanía de este actor por excelencia de las relaciones internacionales de los últimos dos siglos, están sometidas a presiones “desde arriba”, cuestionada por instituciones supranacionales, corporaciones, bancos y, “desde abajo” amenazada por localismos[10]. Tal y como señala Strange (1996) “las fuerzas impersonales de los mercados mundiales son hoy más poderosas que los Estados, que supuestamente tienen la máxima autoridad política sobre la sociedad y la economía. Si antes los Estados eran los amos de los mercados, ahora son los mercados los que, en muchas cuestiones decisivas, son los amos de los gobiernos de los Estados”[11].
Fuente: http://es.123rf.com/photo_2661081_el-verdadero-deseo-del-capitalismo-el-capitan-mundo.html
Esta debilidad de los Estados para conducir la economía, ha llevado a que los gobiernos queden presos de una disciplina externa, de programas y condicionamientos económicos, así como de poderosos grupos locales de interés, perdiendo la capacidad de conducción de sus respectivas economías por el creciente endeudamiento[12].
Pero, la actual crisis del Estado-nación, no tiene un solo origen, sino que es producto de una serie de cambios estructurales que demandan un replanteamiento acerca de cuales serán en el futuro sus ámbitos de actuación y sus márgenes de maniobra, definiendo el rol a desempeñar dentro del sistema internacional y el grado de soberanía a detentar, tras una revisión de las dimensiones jurídica, política y operativa de la soberanía, para delimitar ventajas y desventajas con las que elaborar una estrategia de acción tanto a nivel interno como externo[13].
Por tanto, se trataría, ante la actual situación de “vaciamiento” y, cierto retiro del Estado soberano, de llevar a cabo una reconstrucción/reorganización del mismo, con el objetivo de recrear un proyecto de país con futuro, de repensar instituciones, así como su rol de actor decisivo para garantizar la cohesión social, la identidad y el bien común, y no sólo el papel de garante de las reglas del juego y proveedor de seguridad jurídica para el capital y de contención social para los más pobres[14].
Para terminar esta reflexión, hacerlo con la visión acertada de Ulrich Beck sobre la sociedad global del siglo XXI y la posición/papel que ocupan estos actores soberanos, pendientes de su propia recreación para poder consolidar una permanencia estable y positiva en épocas venideras, “vivimos en una sociedad mundial sin Estado mundial y sin gobierno mundial. Estamos asistiendo a la difusión de un capitalismo globalmente desorganizado, donde no existe ningún poder hegemónico ni ningún régimen internacional, ya de tipo económico, ya político”.  
Fuente: http://www.fp-es.org/el-retorno-del-estado-nacion



[1] Beck, U. (1997). ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo y respuestas a la globalización. Editorial Paidos. Barcelona, 2001.
[2] Ver artículo de Eduardo A. Vizer “El desafío de la cultura tecnológica y la educación globalizada: homogeneización o diversidad”. Publicada en la revista Ciudadanía, democracia y valores en la sociedades plurales, nº 5-mayo 2005.
[3] Beck, U. (1997). ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo y respuestas a la globalización. Editorial Paidos. Barcelona, 2001.
[4] Beck, U. (1997). ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo y respuestas a la globalización. Editorial Paidos. Barcelona, 2001.
[5] Rawls, J. (1999). El derecho de las gentes y “una revisión de la idea de razón”. Editorial Paidós. Barcelona, 2001.
[6] Apuntes de la asignatura de Teoría del Estado, curso 2005-2006, de la Diplomatura de GAP, en la Universidad de Alicante.
[7] Ibídem.
[8] Ver artículo de Wolfgan Hein “El fin del Estado-Nación y el nuevo orden mundial. Las instituciones políticas en perspectiva”. Publicado en Nueva Sociedad, nº 132 julio-agosto 1994, pp. 82-99
[9] Ver artículo de Patricia Rojo y Sabrina Benedetto “¿Crisis del Estado-Nación o Cambios Estructurales?, publicado en la Revista Inter-forum.
[10] Ver artículo de Daniel García Delgado “El futuro del Estado-nación en la transición a la sociedad global”.  Publicado en la página web de la Asociación Internacional de Presupuesto Público.
[11] Strange, S. (1996). La retirada del Estado. Intermón. Icaria.
[12] Como ejemplo, la dura crisis económica-financiera que se está vivienda en la zona euro, con la imposición de fuertes medidas de austeridad y recorte a las economías más débiles como la griega o la española, entre otras.
[13] Ver artículo de Patricia Rojo y Sabrina Benedetto “¿Crisis del Estado-Nación o Cambios Estructurales?, publicado en la Revista Inter-forum.
[14] Ver artículo de Daniel García Delgado “El futuro del Estado-nación en la transición a la sociedad global”.  Publicado en la página web de la Asociación Internacional de Presupuesto Público.

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