Desde las últimas décadas
del siglo XX, en una parte del mundo, se disfruta de modernas sociedades
democráticas y plurales, interrelacionadas e interconectadas las 24 horas del
día, los 365 días del año. Sociedades en las que la globalización ha traído
consigo, en palabras de Ulrich Beck[1] “(…)
la perceptible pérdida de fronteras del quehacer cotidiano en las distintas
dimensiones de la economía, la información, la ecología, la técnica, los
conflictos transculturales y la sociedad civil, (…) modificando a todas luces
con perceptible violencia la vida cotidiana que fuerza a todos a adaptarse, a
responder”.
Fuente: http://www.elmundo.es/especiales/2001/07/sociedad/globalizacion/globalizacion.html |
Efectivamente, la realidad
descrita ha significado una redefinición de modos de vida, de estar y
relacionarse en sociedad, con una nueva proyección de un imaginario común con
valores, creencias, reglas operativas y tecnologías (principalmente, de la
información y de las comunicaciones), además de códigos y reglas homogéneas
para el intercambio de información, con un lenguaje común, sistemas, programas,
procedimientos técnicos y prácticas sociales compartidas. Es decir, la
constitución de contextos culturales y comunicativos universalizados, con una
cultura tecnológica y una lengua común[2].
En el escenario global/mundial
descrito, el papel de los Estados, tanto a nivel interno como externo, se
desdibuja. La presencia de nuevos actores políticos, sociales y económicos han
invadido su campo de acción penetrando en sus márgenes de maniobra,
enfrentándolo a nuevos retos y desafíos que les ha generado cierta pérdida de
autoridad y legitimidad, llegando a cuestionar la propia identidad soberana. Como
señalaba Beck[3] “(…) la tesis de los
espacios cerrados es ficticia. No hay ningún país ni grupo que pueda vivir al
margen de los demás. Es decir, que las distintas formas económicas, culturales
y políticas no dejan de entremezclarse y que las evidencias del modelo occidental
se deben justificar de nuevo”. Seguidamente, continúa este autor explicando que
entiende por sociedad/Estado mundial, señalando[4] “(…) la
totalidad de las relaciones sociales que no están integradas en la política del
Estado nacional ni están determinadas, ni son determinables, a través de ésta.
La autopercepción juega un papel clave en cuanto que la sociedad mundial en
sentido estricto significa una sociedad mundial percibida y reflexiva”. En
relación a esto, atinadamente, observa Rawls[5] “en
ausencia de un Estado Mundial, debe de haber fronteras de alguna clase, que
parecen arbitrarias si se los considera de manera aislada y que dependen hasta
cierto punto de circunstancias históricas”.
Pero, antes de profundizar
algo más en la situación actual del Estado-nación, se presentan unas breves
pinceladas de cómo y cuando surgió ésta forma de organización política que
históricamente ha presentado la convivencia humana.
Su surgimiento se enmarca
en una situación espacio-temporal concreta y con unos rasgos estructurales
característicos, que se va conformando a partir de los siglos XIII y XIV en
sociedades europeas, en un proceso que llega hasta el siglo XX. En el proceso
de formación se produce la unificación política y territorial, la
centralización y concentración del poder y la organización de la actividad
política de una forma permanente con medios personales y materiales
(burocracia, ejército, hacienda pública), que Nicolás Maquiavelo promoverá y
justificará en su obra “El Príncipe”. Además de, un proceso de progresiva
unificación del Derecho y un proceso teórico en la construcción de la idea de
Estado[6].
Pero, el surgimiento y
consolidación del Estado fue de la mano de profundos cambios que convulsionaron
las sociedades del momento, generando luchas y divisiones políticas y religiosas,
desorden y guerras. Esta situación sería una de las razones principales que
llevaría a Jean Bodín a defender un poder “absoluto y perpetuo” para salvar el
nuevo orden del peligro. En su obra cumbre, Los Seis Libros de la República
(1576) señala “República es el recto gobierno con poder soberano de varias
familias y de lo que les es común” (República equivale a Estado). Este autor
acuñaría el término soberanía como “el poder absoluto y perpetuo de una
República”, con origen divino. Para él, la soberanía no estaba limitada por
ningún otro poder político, no reconocía superior ni en el exterior, ni en el
interior. Este poder “absoluto y perpetuo”, el poder supremo sobre los
súbditos”, significaba que el poder soberano se manifestaba no a través de
decisiones individuales o aisladas, sino a través de leyes.
Fuente: http://filosofiadelderechoexternado.blogspot.com.es/2010/08l |
La búsqueda de paz, orden,
seguridad y conservación une los pensamientos de Bodín y Hobbes. Sin embargo,
éste último, también defensor del absolutismo, concebirá el Estado como un gran
artificio, algo creado por el hombre, construido con la precisión de una
máquina perfecta, única fuerza posible que puede impedir que los hombres se
destruyan entre sí y asegurar la paz, plasmándolo en su obra titulada El
Leviatán (1651), un monstruo bíblico recogido en el libro de Job, que simboliza
el poder surgido del pacto entre hombres, sumando individuos a los que absorbe
e integra en una unidad superior como medio necesario para lograr seguridad y
protección general[7].
Este autor pretendía
justificar el poder absoluto del monarca definiéndolo como “el conjunto de
medios de que uno dispone para conseguir un fin aparente”, que era la seguridad
y la paz, porque para él el hombre se encuentra por obra de la simple
naturaleza en “una guerra de todos contra todos”, siendo necesarias leyes
adecuadas para lograr esa paz, a las que llegar por mutuo consenso. Estas leyes
de la naturaleza, según Hobbes, servirían para que el hombre saliera de ese
estado de guerra.
Hobbes aportará con su
obra conceptos fundamentales para la teoría del Estado como la construcción de
la idea de Estado como persona jurídica, el que la sociedad no existe si no
está organizada en forma de Estado o que las normas jurídicas son válidas en
cuanto dictadas por el Estado que decide lo que es bueno y útil, entre otras.
Pero, además de
Maquiavelo, Bodín, Hobbes, Locke, Rousseau, han sido numerosos los estudiosos/pensadores
que, según momentos históricos, han vertido sus visiones/opiniones/teorías,
modificando sustancialmente el concepto de Estado Moderno, al igual que el de
soberanía, desde su surgimiento hasta nuestros días ... porque la historia no se detiene. Así, desde la gestación del
Estado-nación en las sociedades europeas hasta las actuales sociedades
globalizadas del siglo XXI, con una creciente intensificación cuantitativa y
cualitativa de las relaciones internacionales, económico-financieras, políticas
y comunicacionales, se han sucedido variados procesos de cambios políticos
complicados y extensos que han provocado un asincronismo histórico en los
procesos de desarrollo. Mientras por un lado han surgido un sinnúmero de
organismos internacionales, y algunos Estados nacionales ya han cedido parte de
su soberanía a instancias supranacionales (como la Unión Europea), en muchas
partes del llamado Tercer Mundo hay Estados nacionales que están en formación o
consolidación, marcados, principalmente, por los conflictos armados generados
en los mismos[8].
Y, desde esta reflexión, ¿qué
desafíos presenta esta forma de organización política?. Como algunos han
predicho, ¿podría estar cercano su fin?[9] O,
por el contrario, ¿sólo sería necesario un replanteamiento de sus ámbitos de
actuación y competencias?
Es una realidad que la
estructura decisional y la soberanía de este actor por excelencia de las
relaciones internacionales de los últimos dos siglos, están sometidas a
presiones “desde arriba”, cuestionada por instituciones supranacionales,
corporaciones, bancos y, “desde abajo” amenazada por localismos[10]. Tal
y como señala Strange (1996) “las fuerzas impersonales de los mercados
mundiales son hoy más poderosas que los Estados, que supuestamente tienen la
máxima autoridad política sobre la sociedad y la economía. Si antes los Estados
eran los amos de los mercados, ahora son los mercados los que, en muchas
cuestiones decisivas, son los amos de los gobiernos de los Estados”[11].
Fuente: http://es.123rf.com/photo_2661081_el-verdadero-deseo-del-capitalismo-el-capitan-mundo.html |
Esta debilidad de los
Estados para conducir la economía, ha llevado a que los gobiernos queden presos
de una disciplina externa, de programas y condicionamientos económicos, así
como de poderosos grupos locales de interés, perdiendo la capacidad de
conducción de sus respectivas economías por el creciente endeudamiento[12].
Pero, la actual crisis del
Estado-nación, no tiene un solo origen, sino que es producto de una serie de
cambios estructurales que demandan un replanteamiento acerca de cuales serán en
el futuro sus ámbitos de actuación y sus márgenes de maniobra, definiendo el
rol a desempeñar dentro del sistema internacional y el grado de soberanía a
detentar, tras una revisión de las dimensiones jurídica, política y operativa
de la soberanía, para delimitar ventajas y desventajas con las que elaborar una
estrategia de acción tanto a nivel interno como externo[13].
Por tanto, se trataría, ante
la actual situación de “vaciamiento” y, cierto retiro del Estado soberano, de
llevar a cabo una reconstrucción/reorganización del mismo, con el objetivo de
recrear un proyecto de país con futuro, de repensar instituciones, así como su
rol de actor decisivo para garantizar la cohesión social, la identidad y el
bien común, y no sólo el papel de garante de las reglas del juego y proveedor
de seguridad jurídica para el capital y de contención social para los más
pobres[14].
Para terminar esta
reflexión, hacerlo con la visión acertada de Ulrich Beck sobre la sociedad
global del siglo XXI y la posición/papel que ocupan estos actores soberanos,
pendientes de su propia recreación para poder consolidar una permanencia
estable y positiva en épocas venideras, “vivimos en una sociedad mundial sin
Estado mundial y sin gobierno mundial. Estamos asistiendo a la difusión de un
capitalismo globalmente desorganizado, donde no existe ningún poder hegemónico
ni ningún régimen internacional, ya de tipo económico, ya político”.
Fuente: http://www.fp-es.org/el-retorno-del-estado-nacion |
[1] Beck, U. (1997). ¿Qué es la globalización? Falacias
del globalismo y respuestas a la globalización. Editorial Paidos. Barcelona,
2001.
[2] Ver artículo de Eduardo A. Vizer “El desafío de la
cultura tecnológica y la educación globalizada: homogeneización o diversidad”.
Publicada en la revista Ciudadanía, democracia y valores en la sociedades
plurales, nº 5-mayo 2005.
[3] Beck, U. (1997). ¿Qué es la globalización? Falacias
del globalismo y respuestas a la globalización. Editorial Paidos. Barcelona,
2001.
[4] Beck, U. (1997). ¿Qué es la globalización? Falacias
del globalismo y respuestas a la globalización. Editorial Paidos. Barcelona,
2001.
[5] Rawls, J. (1999). El derecho de las gentes y “una
revisión de la idea de razón”. Editorial Paidós. Barcelona, 2001.
[6] Apuntes de la asignatura de Teoría del Estado, curso
2005-2006, de la Diplomatura de GAP, en la Universidad de Alicante.
[7] Ibídem.
[8] Ver artículo de Wolfgan Hein “El fin del Estado-Nación
y el nuevo orden mundial. Las instituciones políticas en perspectiva”.
Publicado en Nueva Sociedad, nº 132 julio-agosto 1994, pp. 82-99
[9] Ver artículo de Patricia Rojo y Sabrina Benedetto
“¿Crisis del Estado-Nación o Cambios Estructurales?, publicado en la Revista
Inter-forum.
[10] Ver artículo de Daniel García Delgado “El futuro del
Estado-nación en la transición a la sociedad global”. Publicado en la página web de la Asociación
Internacional de Presupuesto Público.
[11] Strange, S. (1996). La retirada del Estado. Intermón.
Icaria.
[12] Como ejemplo, la dura crisis económica-financiera que
se está vivienda en la zona euro, con la imposición de fuertes medidas de
austeridad y recorte a las economías más débiles como la griega o la española,
entre otras.
[13] Ver artículo de Patricia Rojo y Sabrina Benedetto
“¿Crisis del Estado-Nación o Cambios Estructurales?, publicado en la Revista
Inter-forum.
[14] Ver artículo de Daniel García Delgado “El futuro del
Estado-nación en la transición a la sociedad global”. Publicado en la página web de la Asociación
Internacional de Presupuesto Público.
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